En fecha reciente y en la librería especializada Imágenes, tuvo lugar la presentación de dos tebeos: Bacterias del que es autor Juan Carlos San Román “Calo” (Castellón 1972) y El viaje de Darwin realizado por el dibujante José Fonollosa (Vinaroz 1975). La doble presentación estuvo a cargo del crítico y especialista en cómic Álvaro Pons que habló de los autores y su obra. También estuvieron presentes en el acto, el editor Ricardo Esteban en representación de Planeta deAgostini que ha apostado por el tebeo patrio, y numeroso público entre los que abundaban los profesionales. Al final y como es habitual hubo sesión de firmas y dibujo.
El primero de los títulos nos presenta a Elodie una joven madre soltera y huérfana, que aparte de cuidar de su hija, tiene a su cargo a sus hermanos menores: al problemático Olivier y a la pequeña Sandrine. En esta coyuntura nota que le falta tiempo por lo que decide apoyarse en Vincent un vecino, mayor que ella, que es dibujante, bohemio y bebedor el cual termina aceptando el encargo de convertirse en canguro, a pesar de que ella no muestra sentir un interés particular -al menos en principio- por él, pero que al final, por aquello de que el roce engendra cariño y a las vivencias del día a día, termina por aceptarlo, en cierto modo, como pareja. Esta relación da origen a diversas historias que el autor cuenta con detalle haciendo uso de un dibujo sencillo pero efectivo, que termina por cautivar al lector aficionado a través de las 107 páginas incluidas en un libro de tapa dura y en color.
El título del libro deja de sorprendernos cuando se nos recuerda que hace cientos de millones de años, solo existían las bacterias de las que todos nosotros –incluidos los protagonistas- descendemos.
En lo que respecta a José Fonollosa fue presentado el segundo tomo -de un total de cinco- de su obra titulada El viaje de Darwin-Tierra de Fuego, en donde se narran las vivencias del joven Charles Darwin en el trayecto Río de Janeiro-Tierra de Fuego (entre Argentina y Chile), al lado de Fitzroy el capitán del navío británico HNS Beagle con el que se embarco el 27 de diciembre de 1831 –en parte huyendo de un padre severo en exceso- en el puerto de Plymouth. En ese trayecto, y en el resto de ellos que recorrieron juntos durante cinco años, Darwin tuvo innumerables ocasiones de discutir con el, a veces, intolerante aunque respetuoso capitán, lo que no fue óbice para el protagonista de la historia, se apartara de la sincera admiración que profesaba por él, ni tampoco de los proyectos que por su contacto con un mundo real, le llevaron a la puesta en escena de su teoría de la evolución que originó tanta discusión en un mundo encorsetado por una manera conservadora de ver la vida.
Fonollosa en todo momento ha procurado seguir el relato tal como ocurrió, sin que por ello haya renunciado a incorporar rasgos propios con el fin de suavizar la monotonía en la que hubiese incurrido de haberse atenido, estrictamente, a la rigurosidad histórica.
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