jueves, 24 de septiembre de 2009

Afirmaciones gratuitas

Todos tenemos más o menos aceptado que las conversaciones mundanas están plagadas de afirmaciones gratuitas, generalizaciones precipitadas o argumentos infundados. Que las columnas de opinión en prensa escrita, sobretodo cuando las firma gente influyente, caigan en los mismos vicios resulta más problemático. Tal es el caso del artículo "dibujos animados" de Vicente Molina Foix en las páginas de la revista Tiempo, donde el autor carga contra la "consideración del tebeo como una de las bellas artes" y protesta ante el "disparate" cometido por nuestro Ministerio de Cultura al instaurar un Premio Nacional de Cómic que "enaltece a los dibujantes de monigotes con la misma dignidad (y el mismo dinero) que otorga al mejor novelista, ensayista o prosista del año", todo ello demuestra a su juicio el "infantilismo expresivo" imperante.

Esperaríamos de opiniones tan controvertidas mejor justificación que el mero énfasis con el que se vierten. ¿Por qué tiene menos mérito la creación de un cómic que la de una novela o un ensayo? El autor prefiere no saber, no contestar. Sí da un par de golpes de autoridad en forma de nombres- Nabokov, Ionesco, Thomas Mann, Buñuel. ¡no me los comparen con Mortadelo y Filemón, por favor!-, haciendo uso de la inhibición que provocan éstos de forma falaz, porque sabemos que Mortadelo no es al cómic lo que Thomas Mann a la literatura y que podemos arrojar nombres en sentido contrario: Chris Ware, Dan Clowes, Art Spigelman, David B, Carlos Giménez comparados con Danielle Steel o Cocodrilo Dundee. Pero nada de esto importa, porque para Vicente Molina Foix la categoría del tebeo como "entretenimiento no sé si para menores pero sí muy menor" está tan fuera de toda duda que no necesita razonarse.

Y al preguntarse cómo puede haber llegado el autor a semejante conclusión, uno adivina que son dos los argumentos más plausibles. El primero es que quizás el cómic sea un entretenimiento menor por la incapacidad expresiva del medio. El segundo, que el cómic carece de obras que merezcan la categoría de arte. Al menos una de estas dos premisas ha de ser cierta -la primera contra el cómic como medio y la segunda contra su contenido- para justificar la conclusión del tebeo como entretenimiento menor. Analicémoslas más de cerca:

Paradójicamente, el reproche contra el medio queda rebatido por el propio Vicente Molina Foix en un final de artículo en el que rechaza su propia regla defiendo las "viñetas de prensa y la sátira política" por tener "una dimensión muy distinta" con el único argumento -otra vez- de esos grandes nombres "capaces de reformar el mundo con sus trazos". Resultaría difícil explicar de qué forma puede el invento resentirse al aumentar el número viñetas y formar un libro completo. Tampoco termino de ver el límite expresivo que puede imponer la unión de palabra escrita e imagen, de recursos literarios y plásticos unidos a otros propios: composición de página, secuencia narrativa, planos, ritmo.

En cuanto a la segunda consideración, sobra decir que el cómic no tiene el bagaje de obras maestras absolutas, ni puede presumir del enjambre de nombres de otras artes como la pintura o la literatura. Su historia es corta, marcada por la incomprensión y el estereotipo, en muchos casos merecido. Y desde luego, no seré yo el que defienda que todo lo que se publica es bueno. Pero sí hay número significativo de obras de gran valor creadas por artistas -antes he mencionado unos cuantos, aunque la lista sería interminable- que interpretan el mundo desde su propio prisma y que experimentan con los múltiples recursos que el medio ofrece. Ignorarlos es una opción plenamente respetable, a nadie se le puede forzar a tener interés en aquello por lo que no se siente atraído, pero se ha de conocer lo que se critica, se desprecia o se elogia. Al menos si queremos evitar las afirmaciones gratuitas, las generalizaciones precipitadas o los argumentos infundados tan propios de las conversaciones mundanas, que debían evitarse en las columnas de opinión.

1 comentario:

David Riera dijo...

Debería preocuparse más por la decadencia evidente, tanto a nivel formal como de fondo, que sufre la literatura como el cine hoy en día y preocuparse menos de nuestro medio. Sobre todo cuando resulta que tanto el cine como la televisión cada vez fagocitan obras de cómics cuando sus recursos se han acabado.