Por J. M. Varona “Ché”
En fecha reciente y en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Nuevo Centro de Valencia, tuvo lugar la presentación del tebeo “Las calles de arena” editado por Astiberri, del que es autor el flamante ganador del Premio Nacional de Cómic 2008 Paco Roca. Allá estuvieron presentes el mismo Roca, el periodista Ramón Palomar y el catedrático de psicología Ismael Quintanilla. El acto resultó muy simpático y en él no faltó ni el sentido del humor ni la ironía.
En primer lugar tomó la palabra Paco Roca para presentar a sus compañeros de mesa, de los que dijo que eran personas muy queridas a las que debía mucho y sin las cuales no sería lo que era. Agradecía a Palomar el haberle “sacado” del arroyo y a Quintanilla sus frases e ideas que a él le venían muy bien, a la hora de presumir en comidas y cenas. A continuación habló Ramón que dijo de Paco que era una persona de talento pero con una personalidad muy variada, de la que el lector de tebeos solo conocía la faceta soñadora y sentimental que le situaban entre los chicos buenos , pero en cambio, ese lector, lo que no conocía era al Paco Roca “borde” con sentido del humor corrosivo y a veces malvado, que había ido en aumento en la medida en que se había estado moviendo con Miguel Gallardo para presentar al alimón, con él, dos productos de sus cosechas como eran “Arrugas” y “María y yo”, tal como se relata en ese otro álbum, también recientemente aparecido, titulado “Emocional World Tour”, que el bueno de Palomar se empeñó en promocionar olvidándose totalmente de que allí estaba para hablar de “Las calles de arena”. En esa tarea dijo que había que tener cuidado con un Paco Roca, que en sus tebeos, solía representarse así mismo de lo más favorecido: alto, guapo, musculoso, al tiempo que se olvidaba de los amigos a los que, cuando tocaba, los sacaba peor. Sin embargo no le dolían prendas reconocer que en el “Emocional” de marras –él erre que erre con ese libro-, Paco había recurrido a la naturalidad y se había portado bien sacando a los amigos más favorecidos y a él tal como era, y más bajito que Gallardo, lo que le llevaba a recordar a aquellas parejas humorísticas que como Tip y Coll, habían proliferado en el pasado.
La cosa siguió así de broma en broma, hasta que no hubo más remedio –eso si, faltando a la caridad- que recordarle a Palomar ¡¡¡que allí había acudido para hablar de “Las calles de arena” y no de otra cosa!!! El grito le sacó de su sueño pero no de la confusión en la que él solito se había ubicado. Al final se aceptó la situación y aunque solo sea por aquello de que “no hay mal que por bien no venga”, se acabó hablando de los dos cuadernos que la Relaciones Externas de El Corte Concha Prieto, colocó sobre la mesa en la que estaban instalados los presentadores.
Por fin le tocó hablar al profesor Quintanilla que fue más comedido que su antecesor, centrándose en lo que tenía que centrarse que era “Las calles de Arena”, el cual inició su disertación diciendo que él era una persona metida en un ambiente académico social pero aficionado a los cómics, lo que le había llevado a conocer a Paco Roca del que dijo, que lo hecho por él en el último año -con relación al tebeo y al país y gracias a su capacidad de trabajo-, lo había llevado al límite, añadiendo que agradecía mucho a Paco el que le hubiese sacado en “Emocional World Tour”. Sobre “Las calles de arena” comentó que era lo mejor que el autor había hecho hasta el momento, todavía mejor, incluso, que “El faro” un álbum por el que él sentía verdadera predilección –él se consideraba “farista”-, por lo que correspondía hablar del nuevo tebeo presentándolo como se merecía. De él –del nuevo- dijo que en él estaban reflejados todos los miedos: a ser libres por la responsabilidad de serlo, a vivir, a relacionarse, a perderse, a la misma muerte… de los que Paco, a través de ese libro, había conseguido liberarse rompiendo con ellos y negándose a seguir su propio destino –que el autor representaba por un reloj que unas veces iba para adelante y otras veces para atrás- y por contarlo tal como lo había contado y mostrarlo tal como lo había mostrado, él que había escrito libros, había acabado por tenerle envidia, al tiempo que se preguntaba: ¿Cómo un autor que por sus años todavía podemos considerar inmaduro ha podido realizar algo tan maduro? Desde el punto de vista técnico, Ismael Quintanilla agregó que había disfrutado de todo lo desarrollado en el álbum; también del color que era la “repera” que Paco había ido colocando en la medida que convenía. Recordaba que el cómic era un instrumento de comunicación que era en lo que se había convertido “Las calles de arena” del que no se cansaba de repetir, según su criterio, que era lo mejor que el autor había hecho y que se debía a la gran capacidad de trabajo de Paco, el cual seguía teniendo muchos proyectos en mente y del que esperaba, todavía, cosas mejores.
En la presentación se citó entre otros a Ortega, Kafka, y Forges ¿a quien no le viene a la memoria –después de lo dicho- su “Libro de Arena”?, “un relato sobre el infinito y las cosas –en este caso el libro y la arena-, que no tienen ni principio ni fin”.
Paco quedó sorprendido por todo lo que de él se dijo, por lo que comentó que se sentía como en un entierro en el que seguía estando vivo. Añadió que “Las Calles de Arena” era el producto de una idea que tenía en mente ha tiempo; era una historia que había estado preparando poco a poco, incluso al tiempo que hacía “Arrugas”, lo que le había permitido cambiar, en parte, el sentido caótico que el relato tenía al principio; en este aspecto, agregó, que la demora le había venido bien. La idea del libro surgió a partir del momento en que Paco se perdió un día en el Barrio del Carmen de Valencia, del que no sabía salir porque no encontraba un punto de referencia. En esa situación empezó a pensar ¡que pasaría si realmente no hubiese podido escapar de allí!; sin duda hubiese tenido que quedarse, como mínimo esa noche, en el Hotel que por fortuna encontró, pero que al no tener dinero en metálico, le hubiese tocado pagar con tarjeta, ¿y si no se la aceptaban?; en ese caso le hubiese tocado trabajar para cancelar la cuenta y, y, y… La situación por un momento lo instaló en la angustia propia del que no sabe lo que va a pasar, pero que una vez superada, hubo que contarlo tal como era para no situarse en el absurdo. En esta y en otras historias, agregó que, el color era muy importante por que, éste, determina sentimientos; no hay que olvidar que cada persona tiene su propio color.
Paco Roca acabó diciendo que estaba satisfecho con sus dos últimos trabajos: “Emocional World Tour” y “Las calles de arena”, y esperaba de ellos, que fueran un gran éxito, y que ambos llegaran a venderse hasta el extremo de permitirle no volver a trabajar más.
A posteriori y como es habitual se organizó la firma de ejemplares de obras realizadas por el autor, entre los que pudimos ver –aparte de los dos títulos citados- a “Arrugas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario