Por J. M. Varona “Ché”
En los años 40 se inicia en España un periodo de gloria para nuestro tebeo con la entrada en juego de determinadas editoriales y un elenco de destacados dibujantes españoles que juntos, se adentraron en los años 50, antes de pasar a los 60 y continuar con una parte de los 70, constituyendo un largo periodo en los que se pusieron en escena miles de aventuras de héroes de la historieta, que en gran parte de las veces, fueron acompañados por el éxito con tiradas semanales –según se cuenta- de hasta un millón de ejemplares, como pudo ser el caso de “El Guerrero del Antifaz”, cosa sospechada, pero difícil de probar debido a que a las editoriales –por razones obvias- no le interesaba hablar de este asunto. Esta situación hacia cada vez más ricas a esas editoriales, pero a costa de unos profesionales a los que se les pagaba “cuatro reales” mientras se les sometía a ritmos de trabajo terribles, que cada vez eran mayores en función del éxito que acompañaba a los cuadernos de determinados personajes, y sin que ello redundara de forma más justa en la situación laboral y económica de los dibujantes, a los que sus derechos de autor –en el orden práctico- no les era reconocidos y sin que los originales les fueran devueltos. Más aún, hubo empresas, que con permiso o sin permiso de los autores, registraron a su nombre diseños, títulos, nombres, personajes y todo aquello que les podía interesar, hasta que por fin llegó un día, allá por los años 70 en particular, en que un grupo de profesionales empezaron a reclamar sus derechos a esas editoriales que como respuesta, adoptaron una posición cerril dando la impresión de que preferían hundirse antes de ceder en sus pretensiones; este fue el caso de la Editorial Valenciana que terminó cerrando definitivamente en 1985 dejando en el paro a multitud de personas, y sin dar por ello cuenta de los miles de originales de los que era depositaria y que fueron desapareciendo de la circulación sin demasiadas explicaciones, lo que no fue óbice, pasado el tiempo, para que fueran apareciendo uno a uno –previo pago de su importe-, en las manos de coleccionistas y aficionados. Tampoco el cierre de las editoriales resolvió el tema de los derechos de autor, los cuales no fueron tomados en cuenta ya que se siguió especulando con ellos, incluso, cuando los supuestos derechos pasaron a manos de los herederos, que también siguieron comportándose como si fueran los dueños de todo.
Entre estos perjudicados se encontraba José Sanchis que entre otros, era el autor de un personaje –un gatito- que él había bautizado con el nombre de PUMBY y que había servido de cabecera a una revista de igual nombre, el cual en un momento dado convencido de sus derechos -y al igual que han podido hacer otros ilustradores de por aquí- pretendió registrar sus creaciones para sacarle un rendimiento, encontrándose que éstas ya habían sido inscritas bien por parte de la Editorial Valenciana o bien por parte de una tercera persona que también había registrado el nombre y el dibujo de PUMBI, sin tener en cuenta los derechos que sobre este personaje tenía José Sanchis, el cual se negó a aceptar la situación y llevado de la mano de la letrada –especialista en lides de este tipo- María Baylos, puso en marcha una serie de procedimientos que acabaron en dos sentencias favorables a su persona, una de ellas –la 13 de abril de 1999- en contra de Don Jorge García Moratalla y la entidad Reseaching and Artistic Creation, S.L. que habían registrado por su cuenta una serie de marcas, según la sentencia, “violando los derechos de propiedad intelectual de José Sanchis autor de la obra de dibujo consistente en un gato denominado PUMBI y que como autor, ostenta el derecho moral irrenunciable e inalienable sobre su creación ”, condenando a los demandados entre otros “a cesar, de forma inmediata, en cualquier clase de utilización que pudieran efectuar de las marcas consistentes en la obra PUMBI, absteniéndose de utilizar tanto el nombre como el dibujo en que consiste”, “a retirar del mercado los productos, embalajes, envoltorios, material publicitario, etiquetas y cualquier otra documentación en la que se reproduzca la obra PUMBI” y “a indemnizar a Don José Sanchis Grau, y de forma conjunta y solidaria, en la cantidad de 20 millones de pesetas en concepto de daño moral ocasionado a consecuencia de la apropiación ilícita de su obra por un tercero para destinarla a fines no consentidos”.
Hay una segunda sentencia (la número 425/1999) de 31 de julio de 1999 que también es favorable a Sanchis en contra de los herederos de Don Juan Bautista Puerto Belda en la que “se anula por violación de los derechos de autor de Don José Sanchis Grau la marca 268.103 PUMBY, para la antigua clase 52, con expresa condena en costas a los demandados”.
Dado que en las sentencias se facultaba a interponer recursos, los interesados recurrieron todo lo recurrible hasta que las cosas –después de más de ocho años de litigio- han tenido un final definitivamente favorable a José Sanchis. Vayamos por partes. Los demandados (cada uno de ellos) presentaron recursos de apelación ante la Audiencia Provincial de Valencia, pero de nada sirvió, ya que las sentencias recaídas nº 146/00 de 23 de febrero de 2000 y la nº 685/01 de 5 de noviembre de 2001 –de forma simultánea- confirmaron los pronunciamientos de los Juzgados en relación a la autoría de José Sanchis y la violación de sus derechos, haciendo hincapié en la mala fe demostrada al registrar las marcas relacionadas con el gato PUMBY. Solo hubo una salvedad a favor de los demandados Jorge García Moratalla y Reseaching and Artistic Creation, S.L., y es la rebaja de 20 a 10 millones de pesetas, de la indemnización que les fue fijada en su día por el juez en concepto de daño moral.
Para acabar y como remate a este largo proceso, el caso relacionado con el señor Jorge García Moratalla y compañía terminó en el Tribunal Supremo –Sala de lo Civil-, que en sentencia nº 337/2007 de 19 de abril de este año, desestimó el recurso de casación presentado por ellos, lo que significa que, en el orden práctico, han sido reconocidos -definitivamente y por última vez-, todos los derechos que José Sanchis Grau tiene sobre el dibujo y el personaje de PUMBY.
Por otra parte, los contenidos de las sentencias nº 425/1999 del Juzgado de Primera Instancia número once de Valencia de 31 de julio de 1999 y el de la dictada por la Audiencia Provincial de Valencia de 5 de noviembre de 2001 contra los herederos de Juan Bautista Puerto Belda -ambas absolutamente favorables a José Sanchis-, han quedado totalmente a salvo al no ser admitidos, por cuestiones procesales, los recursos de casación de estos señores mediante AUTO del Tribunal Supremo –Sala de lo Civil-de 3 de mayo de 2007.
Puestas las cosas así, solo queda felicitar por su éxito a José Sanchis y a la letrada María Baylos que llevó el caso.
4 comentarios:
Estupenda noticia. A ver si trasciende y repercute en el contencioso que tienen los herederos de Gago con los sucesores de Valenciana con el triste tema del Guerrero del Antifaz.
Yo leia aquel extraño y estrambotico Mazinger Z de este autor.
Si, la noticia es estupenda y me alegra haberla dado después de más de 8 años de lucha de Sanchis y su abogada María Baylos.
En cuanto a Gago y a su "Guerrero", todavía hay cosas que decir; confío en no tardar demasiado.
teniendo en cuenta el anterior articulo, deseo formular una inquietud: a donde por favor se dirige uno para tramitar los respectivos permisos sobre una obra del maestro josé sanchis, serian tan amables de enviar alguna direccion a la cual escribir para dicho tramite.
cordialmente martin albino escribir por favor a la direccion electronica :sincentavos@yahoo.es
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