Por J. M. Varona “Ché”
España ha sido cuna de extraordinarios ilustradores de los que se ha hablado mucho y bien, pero hay un periodo de nuestra historia que va desde los años 40 a los 70 que podíamos considerar como gris para ellos, no porque no existieran profesionales que en esa época ejercieran su oficio, si no por que aparentemente y sin saber por que razón, se ha preferido no hablar de ellos.
Con el deseo de hacer justicia, el MUVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad) tan inclinado a recuperar la memoria de artistas, llegó a un acuerdo con Pablo Ramírez, catedrático de historia del arte de la Universidad Politécnica de Valencia –que actuó en calidad de comisario- e hijo del extraordinario dibujante e ilustrador de igual nombre, que propició la puesta en escena de una interesante y completa exposición con parte de la obra del autor, especialmente compuesta por ampliaciones de portadas, bocetos originales y ejemplares de una buena colección de sus libros; tarjetas de Navidad, cuentos musicales, cuadernos para pintar y novelas policíacas y del Oeste, que acaba de ser inaugurada y que para suerte de todos, seguirá a disposición del público interesado hasta el 2 de septiembre próximo en el mismo edificio del MUVIM..
Pedro Ramírez hijo, es conocido en el mundo del cómic por su vinculación –como teórico- a aquel movimiento de los años 80 denominado: La nueva escuela valenciana del tebeo que estuvo capitaneada por Sento, Calatayud, Micharmut, Beltrán, Torres y otros dibujantes valencianos.
El ilustrador Pedro Ramírez tuvo un corto periodo de vida ya que nació en Linares (Jaén) en 1926 y murió en 1966 al poco de cumplir los 39 años, y sorprende que en tan escaso tiempo alguien pudiera desarrollar tan tremenda actividad, aunque tal vez –en justicia- a muchos no debería extrañarnos, dada la costumbre de la época, instituida por ciertas editoriales por razones de carácter económico, de someter a los dibujantes e ilustradores, en especial a los de éxito, a tal presión con su tiránica política de inaplazables entregas que terminaron por enfermar a muchos de aquellos profesionales que les tocó trabajar –a destajo claro- en aquel tiempo.
Ramírez inició su andadura profesional en 1947 con colaboraciones semanales para la revista CHICAS que como tantas otras, se editaba en Madrid y que duraron hasta 1952. En el año 1953 decide trasladarse a Barcelona con su familia en donde fijó su residencia. Inicialmente, las circunstancias le llevaron a trabajar como ilustrador de carteles publicitarios para diferentes marcas comerciales, cosa que por fortuna duró poco gracias a que algunas editoriales, en principio, Juventud, Planeta y Luis de Caralt, se fijaron en su labor y le encargaron diversas ilustraciones entre las que entraban las portadas de novela. Luego contacta con la editorial Molino -en donde con el tiempo le fue publicada la mayor parte de su obra- que lo ficha y lo incorpora a su equipo de colaboradores, para la realización de portadas e interiores de las colecciones Aventuras y Biblioteca Oro. Una vez allí, terminó especializándose en la ilustración de libros infantiles actividad que ampliaría con la realización de libros juveniles. De época de Molino son los cuentos: La espina mágica, El gato con botas, Caperucita Roja, Cenicienta, Alí Babá. La espina mágica, Aladino, El país de la pizarra, Wa O´ka y un “millón” más. También para ellos ilustró los cuentos de hadas japoneses, franceses, norteamericanos, noruegos y lapones, ingleses, chinos, turcos y otros y los libros juveniles de aventuras como fueron las Puertas del Paraíso, Misterio en Villa Rat-a-tat, En la casa escondida, En la Villa de los acebos, Aventura en Sicilia, El club de los lechuzos y un largo etc. Igualmente La vida de animales salvajes: El mandril, El castor, El tigre, La foca, El Zorro y muchos más. Asimismo libros de historia y leyenda que hablaban de héroes como El Cid, El Rey Arturo, Robin Hood y Buffalo Bill. De igual manera realizó las portadas de la colección Biblioteca Oro de las que citamos Sangre en la luna, Ver Londres y morir, La caza de la mariposa, La llamada del muerto, Inocencia trágica, Champaña para uno, y muchísimas otras. Ilustró también libros de la colección Aventura, entre ellos los títulos: Las puertas del paraíso, Aventura en el circo, Misterio en Villa Rat-a-tat, Aventura en Sicilia y Misterio en la casa escondida.
Aparte para las ya citadas, Ramírez trabajó para la editorial Cervantes a la que ilustró los cuentos de Pinocho y el de Blancanieves, El paje de los Reyes Magos y las series Cuando los grandes hombres y mujeres eran niños. Para la editorial Roma realizó Taogo el elefante, a Zeus le hizo multitud de Christmas, a la mexicana Cumbre le ilustró Mi libro encantado y a la editorial Pi, El león, La cebra, Cha sa ton´ga y la colección Mis amigos. A Vergara le ilustró varias fundas de discos y a editorial Hymsa los cuentos de Aladino; a Cid, Oscar y el Yeti, Color de fuego, Precisamente así, entre otros títulos. Igualmente para la editorial Juventud hizo muchas cosas; ilustró el libro de Manuelito el niño navajo, así como, La ardilla blanca, El niño del tiempo, El cosmonauta, Los cuatro elementos, Abecedario, El reino animal, Emilio y los detectives, Pippa se embarca y las magníficas portadas de las novelas del Oeste escritas por Zane Grey, más un largo etc.
En 1959 Pablo Ramírez se estrena como escritor con un primer cuento –escrito y dibujado por él- que dedica a su hijo Pablo, que titula Wa O´ka y por el que tal vez haya sido más conocido, ya que se publicó también con notable éxito en los Estados Unidos. En este cuento, se relata la historia de un héroe mítico indio –el más famoso de la tribu de los Dakotas- , inteligente, valeroso y lleno de buenos propósitos, que se desenvuelve en las praderas del lejano oeste americano, aunque eso sí, dentro de un tiempo y espacio imaginarios. Ramírez que había sorprendido por la calidad de sus dibujos e ilustraciones, sorprende asimismo por la calidad de los textos escritos por él de los que como pequeña muestra, transcribo la siguiente frase dedicada a “Noche Estrellada” la amada de Wa O´ka: “rasgados eran sus ojos, que brillaban como luceros; rojos eran sus labios como la flor de la amapola silvestre y su cabello era del negro intenso de la noche oscura”.
La buena acogida del anterior cuento, animó a Pablo a simultanear el oficio de escritor con el de ilustrador lo que dio origen a nuevas historias, todas realizadas por él, como fueron: El hijo del Sheriff en 1961, Manuelito, el niño navajo en 1963, Robin Hood, El niño del tiempo y El paje de los Reyes Magos (este último entre otros, fue llevado al cine) en 1964. También en ese mismo año, uno de los libros ilustrado por él -Color de Fuego-, de la escritora Carmen Kurtz recibió el premio Lazarillo 1964. Igualmente en diferentes ediciones del concurso convocado por el INLE (Instituto Nacional del Libro), se le entregó en cuatro ocasiones (años 1958 a 1961) el premio al libro mejor editado, que recayeron en los títulos: El país de la pizarra, La espina Mágica, Wa O´ka y el gato con botas.
Asimismo fue conocido por la multitud de tarjetas de felicitación de Navidad realizadas por él. También una parte de su obra se tradujo al francés y al inglés y muchos de los libros ilustrados por Ramírez, fueron conocidos en Europa y en especial en la América Hispana y anglófona.
El desenfrenado ritmo de trabajo en el que se vio inmerso–se dice de él que fue victima de su propia actividad-, asociado a los inaplazables plazos de entrega, le llevó a contraer una enfermedad neurológica, que pasado el tiempo acabó con su vida en el año 1966 a la temprana edad de 39 años. De igual manera se puede decir de Pablo Ramírez, que fue un artista que supo combinar palabra e imagen. Asimismo se le puede considerar un innovador de la literatura infantil y juvenil, asignatura en la que él más destacó debido al convencimiento que tenía de que ese mundo estaba necesitado de una renovación del lenguaje gráfico, capaz de interesar por igual a niños y adolescentes. Lo avala la importante obra que dejó tras de si y que pudo verse en colegios y bibliotecas de España, y también, en otras partes del mundo en especial en Hispanoamérica. Los que fueron niños y adolescentes en aquella época, todavía tienen presente en su mente sus libros y sus magníficas ilustraciones.
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