jueves, 20 de febrero de 2014

Romance de Búfalo Bill

Tiempo ha, la Editorial Media Vaca presentó por primera vez un libro especialmente dedicado a Buffalo Bill, con texto del recientemente fallecido Carlos Pérez, basado en un poema, fechado en 1914, del poeta chileno Vicente Huidobro. El libro volvió a presentarse en otras ocasiones, y no sería extraño que la experiencia se repitiera como garantía de que el famoso Bill Cody y su romancero, tienen que seguir cabalgando todavía. El libro ha sido cuidadosamente editado en tapa dura con sobrecubierta, a las que se ha incorporado el título, el nombre del autor y el de Dani Sanchis, (que es el se ocupa de los “collages”

y de muchas otras cosas), dos ilustraciones en las solapas, realizadas por los niños Marcos y Pablo, y de un montón de personajes, que de una forma u otra, se citan o aparecen en la obra. Ya metidos en harina entramos en el libro y nos encontramos con más personajes y una amplia foto del mismo Buffalo Bill acompañado de un niño indio y de otro blanco, de más información y de otra foto del héroe al que el romance está destinado.

Seguimos colándonos en más páginas como la de los agradecimientos que son las que dan paso al prólogo y a los distintos capítulos del libro: Sioux y cowboys se pasean por Londres, Figuras legendarias del lejano oeste, Los zoológicos humanos, A la sombra del coloso metálico, El paisaje de la modernidad, y Vicente Huidobro y el romancero de Buffalo Bill, seguidos de un epílogo y los apartados consagrados a: Carlos Pérez, Dani Sanchis, a “Manifiesto tal vez”, créditos de la imágenes y bibliografía seleccionada. En las páginas 11 a la 19 el autor nos presenta a Phineas Taylor Barnum“, un soberano maestro de la mentira, que manejaba multitud de elementos y personas que manipulaba hábilmente con la sola intención de estafar y engañar, tal como lo hacía con “la sirena de las islas Fidji”, “los fenómenos humanos vivientes”, “la mujer bicentenaria” y “el general Pulgarcito” entre otros. El libro, en su capítulo uno, nos dice que allá por 1887, con motivo del jubileo de oro de la reina Victoria I (gobernadora del Imperio Británico), se paseó por Londres un espectáculo sobre el Salvaje Oeste americano dirigido y protagonizado por el explorador William Frederick Cody (1845-1917) más conocido como Buffalo Bill, que estuvo encargado, en su país de origen, de abastecer de carne de búfalo a los obreros del ferrocarril. Cody, al igual que otros, no se conformó con actuar solamente en el Reino Unido, también lo hizo en numerosos países Las páginas 30 a la 37 –capítulo segundo-, están dedicadas a determinados personajes que actuaron en el espectáculo de Buffalo Bill, de los que destacamos a Sitting Bull (Toro Sentado) vencedor en su día del General Custer, Annie Oakley la mejor tiradora de rifle de todos los tiempos, Buck Taylor considerado el rey de los vaqueros y Calamity Jane (Juana Calamidad) que lo fue todo. En este capítulo también se habla del éxito que Cody y su gente, cosechó en la ciudad de Chicago con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América e igualmente de la contratación, en 1889, del Buffalo Bill´s Wild West Show por parte de los organizadores de la Exposición Universal de París, de la que se sigue hablando en el capítulo siguiente, el tercero, y de su impacto en la sociedad de aquel tiempo, que hizo realidad la llamada Torre Eiffel. y también de la incorporación, en determinados espectáculos, de algo tan detestable como fueron los zoológicos humanos, en donde se exhibían personas de distintas razas y pueblos a las que sometían a toda clase de abusos , vejaciones y prácticas nefastas que se llevaban a cabo de forma habitual y a la vista del público, sin la menor oposición por parte de las autoridades de aquel tiempo. Por desgracia estos hábitos crearon escuela y fueron exportados a otras partes del mundo en donde se mantuvieron hasta fechas relativamente recientes.


En el capítulo cuarto, volvemos con la Torre Eiffel y de su éxito al amparo de la Feria Universal, éxito acompañado por el conseguido por Buffalo Bill en la que la estrella indiscutible fue Annie Oakley que manejaba el rifle como nadie tal como hemos dicho anteriormente. El espectáculo de Cody siguió triunfando en otros países europeos en donde dejaron un recuerdo imborrable. Al final, el paso del tiempo actuó de forma implacable contra aquella forma de vida, incluidos los circos humanos. Lo único que se salvó del derribo, previsto para 1909, fue la Torre Eiffel, a pesar del empeño que para ello pusieron en marcha sus detractores que consideraban que la citada torre era “un artefacto metálico inútil”.

El quinto capítulo habla del pintor Robert Delaunay que estaba fascinado por la Torre Eiffel que reprodujo, de 1910 a 1927, en más de treinta cuadros y dibujos. Delaunay contrajo matrimonio con la ucraniana Sophie Stern-Terk, más conocida como Sonia Delaunay no menos fan de la Torre Eiffel que su marido. Al estallar la Primera Guerra Mundial les cogió en España en donde se quedaron hasta 1921 en que regresaron de nuevo a Francia.

En el capítulo sexto y último, se habla de Gustave Eiffel y de los otros trabajos que desarrolló en países como Perú, Chile, Bolivia, Brasil, Venezuela, México, Ecuador y Estados Unidos. El poeta chileno Vicente Huidobro (1843-1948) se familiarizó desde pronto con estas obras en especial con la Estación Central de Santiago. Huidobro admiraba la figura del Cid Campeador, tal vez por ello al tropezarse con un personaje como el de Buffalo Bill viera en él a un Cid moderno por lo que tuvo la tentación de dedicarle un romance, que ha permanecido inédito hasta nuestros días, pero que ha servido de excusa para que Carlos Pérez haya puesto en marcha los textos del libro motivo de esta reseña. Huidobro también dio vida a un poema sobre la Torre Eiffel que dedicó a su amigo el pintor Robert Delaunay que “pintó” los poemas de la serie Salle XIV.

 Sigue el epílogo que habla de la muerte y funeral de los héroes, en el que se indica que William Frederick Cody, Buffalo Bill, falleció en Denver (Colorado) el 10 de enero de 1917 un día después de haberse convertido a la fe católica. Personalidades varias como el rey Jorge V de Inglaterra, el Kaiser Guillermo II de Alemania y el presidente Woodrow Wilson de los Estados Unidos y otros, dieron su más sentido pésame a la familia. El poeta chileno Vicente Huidobro falleció el 2 de enero de 1948 en Cartagena (Chile) a causa de un derrame cerebral. Fue enterrado de pie en el jardín de su casa con un epitafio en su lápida que decía: “Aquí yace el poeta Vicente Huidobro, abrid la tumba al fondo de esta tumba se ve el mar”.

Carlos Pérez, el autor de la obra, el llamado cronista de la modernidad imposible, nació en Valencia en 1947 y falleció en dicha ciudad el día de Navidad de 2013. Se podía decir muchas cosas de él, pero por mi parte lo que deseo es hablar del momento vivido en una presentación en la que él estuvo en persona a solo pocos días de su muerte. Llegó en silla de ruedas con evidentes señales de deterioro físico, sin embargo no se amilanó por ello y nos echo su discurso de lo más lúcido, permitiéndose incluso, hacer bromas de su situación con el mejor sentido del humor; nos impresionó a todos y ahora a toro pasado todavía más. Carlos no vivió tanto, porque todavía era joven para morir, pero si lo hizo intensamente. Descanse en paz.

Por último nos toca hablar de Dani Sanchis el autor de los collages y de otras cosas, que nació en Denia en 1976; estudió diseño gráfico en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia. Montó su propio estudio en 2012 y en octubre de dicho año se sumó al proyecto de Buffalo Bill después de leer el texto confeccionado por Carlos Pérez. Recopiló todo lo que pudo sobre dicho personaje y sobre el mundo que le rodeó, que encontró en rastros, tiendas de viejo e incluso en los contenedores de basura, con lo que realizó collages artesanales e ilustraciones entre otros y también fue el que convirtió en un cómic/tebeo del Oeste el “Manifiesto tal vez” de Huidobro, lo que facilitó el trabajo de Carlos Pérez, e igualmente el de Vicente Ferrer y de todo su equipo, que entre otras muchas cosas, se ocuparon de la tipografía, del cuerpo de letra, calidad y tamaño de las páginas y de la encuadernación.

José María Varona “Che”.
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