Recuerdo perfectamente cuando oí hablar de Kembo por primera vez, fue el 15 de abril de 2010 en el Salón de Actos del MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad) con motivo de la presentación del libro “Kembo. Incidente en la pista del Circo Medrano” -editado por Kalandraka-, allí el dibujante Miguel Calatayud, el guionista Carlos Pérez y el escritor y periodista Adolfo Beltrán, con ayuda de una pantalla, nos explicaron de qué iba la cosa. Nos dijeron, entre otras cosas, que el personaje principal del libro presentado, era un león atípico que prefería comer sabrosas frutas a niños crudos –engullir carne de cualquier tipo no era lo suyo-. Tampoco a Kembo le gustaba atacar ni a grandes ni a pequeños, lo que no evitaba que fuera un tanto gamberro que disfrutaba asustando a todo bicho viviente que se cruzaba en su camino, allá por las selvas de Baba Kamo, en especial a las gentes de las tribus de los babalungas y los komolongos, tarea en la que se pasó de listo lo que provocó que fuera capturado por el cazador Joe Toscana que se lo llevó al Circo Medrano del Paris de la Francia, en un viaje que no estuvo del todo mal, y en donde conoció a la que podíamos llamar su “chica”: Nadine Chouette que era maltratada por su marido, el impresentable Toscana, que acabó ampliando su maltrato a Kembo , lo que provocó –pasado el tiempo- que la extraña pareja huyera a África en donde pasaron tan ricamente un tiempo dando espectáculo en otro circo en donde les trataban bien. Algún que otro especial periodo de su vida, fue aprovechado por Kembo para sustituir al león de la Metro.
La historia de Kembo y su “amada” es un tanto surrealista, recomendada a chavales de determinada edad, lo que no evitó que a mi me gustara, en parte porque me recordaba épocas pasadas todavía muy fijas en mi mente, con personajes como Josephine Baker, la bailarina afro americana que daba parte de los plátanos de su falda a Kembo, con películas como “El Reina de Äfrica” y “Hatari” con sus héroes y cazadores, los grandes viajes, el Circo Price, o el músico Louis Armstrong entre otros.
En aquella ocasión Miguel Calatayud llegó a decir algo así como que “la historia de Kembo estaba tan bien contada que no necesitaba ni dibujos”. Eso estuvo bien para que Miguel lo dijera, pero todos sabemos –incluido el mismo Carlos Pérez, el guionista- que esa historia necesitaba sus maravillosas ilustraciones –plenas de figuras geométricas realizadas en tinta y acuarela- como pudimos comprobar en su día, en pantalla, después ojeando las páginas del libro y definitivamente contemplando y admirando los bocetos y originales que de forma tan profusa se exhiben en la exposición inaugurada, en días pasados, en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset de la Universidad de Valencia, en donde permanecerán expuestos, durante junio y julio del año en curso.
El libro “Kembo incidente en la pista del Circo Medrano” no solo me gustó a mí; también gustó a muchos otros de dentro y fuera de nuestro país, hasta el extremo de ser incluido en la Lista de Honor de IBBY (Internacional Board on Books for Young People) una organización del Libro Juvenil.
Miguel Calatayud (Aspe 1942) es un autor de reconocido prestigio lo que corrobora la cantidad de galardones que ha cosechado durante su vida como profesional: entre otros, el Premio Lazarillo de Ilustración (1974), Premio del Ministerio de Cultura a la Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles (1989 y 1991), Premio a la Mejor obra del Salón Internacional del Cómic de Barcelona (1998) y el Premio Nacional de Ilustración que cosechó en el año 2009 por el conjunto de su obra.
Carlos Pérez (Valencia 1947) es licenciado en Filosofía que ha actuado como comisario de diversas exposiciones celebradas en Centros varios. Ha escrito guiones para documentales y forma parte del consejo de redacción de la revista “Pasajes”; también se encuentra vinculado a la revista “Lars”. De igual manera ha colaborado en las revistas “Papers” y “Kalias”. Es autor de artículos varios para catálogos y otra publicaciones y es miembro del comité asesor de la Fundación Cañada Blanch. Pérez es amante del blanco y negro pero quedó encantado con los dibujos en color de Miguel, en especial los ocres con formas geométricas.
José María Varona “Che”
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