Por J. M. Varona “Ché”
De forma periódica y en la sede que la APIV (Asociación Profesional de Ilustradores de Valencia), se organizan unas reuniones a las que se invita a un autor, a miembros de la Asociación, a determinado público aficionado afín y a algunos medios de comunicación. Esta fue la situación el 27 de mayo último, en que unos cuantos nos vimos frente al valenciano Paco Roca, el reciente gran premiado en el último Salón Internacional del Cómic de Barcelona en donde consiguió los premios al mejor guión y a la mejor obra de autor español de 2007.
Paco Roca es un gran ilustrador y un dibujante de tebeos de sobra conocido, no solo en España sino también fuera de ella, en donde se le ubica entre los profesionales de éxito.
El autor fue presentado por el también ilustrador y vicepresidente de la APIV Sento Llobel, que habló de él haciendo una pequeña sinopsis de su trayectoria como profesional, con especial referencia al álbum “Arrugas”, por el que fue doblemente premiado en Barcelona.
A continuación, tomó la palabra Paco que quiso centrarse en como se había embarcado en la puesta a punto de un tebeo tan comprometido como ha sido el citado, que él había materializado en un álbum que vio la luz por primera vez en Francia de la mano de la Editorial Delcourt, con el título de “Rides”.
Cuenta que estableció contacto con dicha Editorial llevando en su carpeta dos proyectos: Uno muy “currado” -del cual él pensaba que era el normal-, basado en una serie de aventuras continuación de otro de sus álbumes titulado “Hijos de de la Alambra”, que ampliaba a Egipto con participación de personajes franceses. Allí le dijeron que de temas de aventuras ya había demasiado, por lo que no tuvo más remedio que presentar el segundo proyecto resuelto sobre la marcha –lejos de lo que fue el resultado final-, y mira por donde es con lo que nuestros vecinos se quedaron.
Ante la realidad de tener que poner en escena una historia, empezó por el guión que él consideraba muy importante, y siguiendo consejos de otros autores, entendió que debía documentarse a fondo para encontrar la forma de convertir lo que era normal, en excelente.
En este punto, y con la ayuda de un ordenador y una pantalla (power-point), nos fue explicando como hizo posible un álbum como “Arrugas”, empezando por incorporar imágenes al guión, a voleo, de forma alegre y espontánea, en lo que menos importaba era la calidad del dibujo, y si en cambio, el que la historia encajara con todos sus personajes, los cuales incluso, fue cambiando sobre la marcha. Luego daba a leer lo escrito y a repasar los dibujos (mal resueltos pero con la vida y fuerza que da lo espontáneo) a los amigos para que dieran su opinión, y una vez aprobado todo, escaneaba lo hecho que imprimía y a posteriori calcaba, para seguir hasta finalizar su acabado y así convertir el boceto inicial improvisado en un dibujo normal, pero siempre evitando que éste perdiera su espontaneidad y pensando que cada elemento en una ilustración, es importante.
Después habló de cómo montaba sus viñetas y el tamaño que asignaba a cada una de ellas, de como instalaba los bocadillos y su contenido y de como estructuraba la escena, para que el ojo nos llevase a ella. En esta tarea nada tiene que ser casual; todo se hace en función del guión; nada se deja al azar, aunque a pesar de ello se pueda romper la norma como sucede en “Arrugas”, que comienza con la escena en la que el personaje tira la sopa a la cara de un familiar lo que nos pone en antecedentes de por donde va a ir la historia. Luego cuando ese personaje ya está en la residencia, lo primero que vemos es una verja que da la sensación de que llega a una cárcel. También aparece el otoño, la estación triste, que nos identifica con el ocaso de la vida.
En todo momento lo que pretendía Paco, era hacer un cómic en el que se plasmase el estado anímico de la persona al incorporarse a su nuevo mundo, que el autor compara con el primer día de colegio de un niño en donde se ve solo porque no conoce a nadie, lo que al final le hace decir aquello de “quiero irme con mi madre”. Con pocas palabras y sin ellas y con gestos, también se puede decir mucho.
Con el dibujo cualquier historia es más llevadera, podemos incorporar escenas de antes y de ahora. Las cosas más interesantes se pueden ver alrededor de los personajes. Te acostumbras a leer el bocadillo y parece como si el dibujo fuera un añadido, aunque éste, siempre será más sugerente que una imagen de cine.
Paco Roca comentaba que hacer un tebeo cuesta mucho, y luego, da no se que –es desesperante- ver como ese tebeo se lee rápidamente. El que se dedica al oficio, ve estas cosas, que el lector a veces, no tiene tiempo para valorar.
El autor pensaba hacer un relato con los tópicos que tenemos en mente, pero en la medida que iba tratando a los ancianos, familias, médicos, amigos etc., terminó por contar las verdaderas historias que se iba encontrando. Cuenta la anécdota que vivió su colega Mac Diego una noche en la que éste se quedó en casa de su padre para cuidarlo, en un momento, oyó un ruido que venía del cuarto de baño en el que encontró a su padre vestido y afeitándose para irse a trabajar. Mac Diego tuvo que explicarle que llevaba jubilado diez años. El impacto del viejo que de pronto se ve delante de un espejo, con bastantes años más y sin tener que salir es tremendo. Paco plasmó esta situación en “Arrugas” presentando la escena con un ruido que lleva al lector al cuarto de baño, en donde al final se encuentran los dos personajes principales en el que uno queda frustrado al darse cuenta de su situación., y el otro se hace cómplice, el cual, para quitar hierro al asunto termina afeitándose también y así evita el drama. A Paco le parece que es mejor así, porque en el fondo, lo que buscaba era hacer una historia divertida sin caer en la sensiblería. Asimismo en otra de las páginas y en cada una de las viñetas, sin bocadillos, se ve un reloj que avanza. Los ancianos van apareciendo ocupando los asientos vacíos, la sala se llena y después acaban –a una determinada hora- por desaparecer y solo se queda una señora en sillas de ruedas, a la que terminan por echar de menos; al final pasan a recogerla.
Hay que saber contar las cosas con imágenes para que sea suficiente, y así no pecar de sensiblero dejando que el lector averigüe la realidad. Un autor decía que prefería no explicar nada, por que al explicarlo todo, condenaba a muerte sus obras. Roca piensa que en el dibujo hay que hacer lo mismo y así dar la oportunidad al lector para que lo averigüe por si mismo.
En la obra aparecen igualmente unas viñetas, en las que se ve a un enfermo que ronca al que el compañero de habitación termina rompiéndole la cabeza con una llave inglesa. También en él se cuenta que había una señora –la señora Rosario- en silla de ruedas que ponían al lado de una ventana, al tiempo que imaginaba que iba en el Oriente Express camino de Estambul. Por la “ventanilla” veía pasar los campos, las casas, la gente, los animales. Los compañeros se acercaban, preguntaban y ella contestaba sobre el “viaje”.
Esto último sirvió para la metáfora visual –el tren de la vida- que aparece en la portada del libro, en la que se ve al protagonista con la cabeza abierta por donde se le van los recuerdos.
Llega la Navidad y en el álbum, el personaje, que es víctima del Alzheimer, se extraña de que en diciembre se celebre esa fiesta porque ¡no es la época! Al final se va dando cuenta de que tiene la terrible enfermedad, cuando ve que le recetan los mismos medicamentos que le dan a otro que él tiene claro padece ese mal. Para el personaje es una mala noticia, y sobre todo más adelante, cuando va descubriendo que no tiene criterio para vestirse; lo hace mal; incluso llega a ponerse el jersey sobre la chaqueta. Aún así, piensa que siempre se ha vestido así.
Para aferrarse a no perder la memoria los personajes ponen etiquetas a todo: a zapatos, chaqueta, pantalón etc., pero terminan por conseguir ir vestidos con prendas a las que le cuelgan esas etiquetas. Hay un momento a que a uno de ellos se le olvida leer y el compañero para ayudarle, al lado del letrero, le hace un dibujito de un zapato entre otros.
Al realizar el tebeo, Roca prefirió hacer un dibujo menos realista agregando cosas para que todo fuera más efectivo. Al final en las viñetas, va dejando grandes espacios en blanco –que representa el vacío, la pérdida de memoria- sin bocadillos; y vemos al personaje principal que no puede abotonarse la camisa y el compañero le ayuda. La pagina termina con una viñeta en blanco, luego siguen otras más sin nada; el lector imagina que es el fin, la antesala antes de ser recibido en la terrible planta de arriba –a la que nadie quiere ir-, la de los asistidos, la de los que no pueden valerse por si mismos, la de ….
Paco Roca reconoce que “Arrugas” funcionó muy bien tanto en Francia como en España; la crítica ha sido muy positiva –gracias a ello en muchos medios pensaron que con el cómic se puede decir todo-. Hizo un trabajo en el que avanzó narrativamente porque no tenía referentes. Se dice que hubo gentes que nunca habían leído un tebeo, pero en cambio si que terminaron por leer “Arrugas”. Roca ha tratado un asunto tremendo que impacta y que al realizarlo, le ha cambiado como persona; en cierta forma le ha hecho valorar el día a día. Este álbum ha sido muy apreciado hasta el extremo de llegar a hacer una tirada especial, que se está utilizando como material didáctico para institutos y otros centros.
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