viernes, 10 de julio de 2009

“El Encubierto de Valencia” en cómic.

Por J. M. Varona “Ché”

En fecha reciente y en el Salón Sorolla del Ateneo Mercantil, se presentó “El Encubierto de Valencia” un cómic editado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de la Capital del Turia, con guión y dibujos de José Aguilar García, basado en la novela que en 1851 escribió Vicente Boix que trata de la Guerra de las Germanías que tuvo lugar en la Valencia del siglo XVI.

La presentación estuvo a cargo del autor de la obra y de Federico Moreno Santabárbara conocido investigador de la imagen gráfica, que tomó la palabra en primer lugar para hablar de la novela histórica dentro de la cual situaba el relato de El Encubierto, de cuyos orígenes habló antes de que éste tomara parte en La Guerra de las Germanías que tuvo lugar en el periodo conflictivo de los primeros años del reinado de Carlos I. De las narraciones históricas Federico comentó que no siempre fueron las más justas, ya que en ellas se solía degradar la imagen del contrario. Después siguió hablando de otras narraciones: de las gráficas y también de las diferencias que puedan existir entre las palabras historieta, cómic y tebeo –todas de la misma familia-, antes de citar al cómic histórico haciendo referencia a dos héroes juveniles como fueron en su día “El Guerrero del Antifaz” y “El Espadachín Enmascarado” Igualmente habló de los álbumes ilustrados por Antonio Hernández Palacios, de los que resaltó la calidad de sus diseños y el rigor histórico por estar bien documentados. Citó también a otros autores como José Ortiz y Miguel Calatayud, y del mismo modo, al Alatriste de Arturo Pérez-Reverte. En cuanto a la figura de El Encubierto, aludió a lo realizado en el pasado por el dibujante José Grau y que todavía permanece inédito a pesar del tiempo transcurrido. Al final comentó de cómo José Aguilar abordó la puesta en escena de “El Encubierto de Valencia”, y de cómo él prefirió que, en su libro, el héroe permaneciera en la sombra “de la que solo sale, de vez en cuando, para avivar el fuego de la sublevación que los plebeyos han encendido y en ocasiones lo hace enmascarado o disfrazado de anciano peregrino”. Alabó el trabajo del autor en cuanto a diseño –“dentro de un estilo figurativo muy trabajado”-y a lo documentado del periodo histórico en el que el personaje llegó a moverse, y el de las imágenes, a la hora de reproducir cosas de la época, tales como: armas, utensilios, atuendos, edificios, plazas y calles, individuos etc. Después se refirió al contenido del libro deteniéndose en sus facetas técnicas e históricas, llevadas todas, a buen puerto por el autor.

A continuación habló José Aguilar (Valencia, 1966) para agradecer al Ayuntamiento y al Ateneo de Valencia por su colaboración y ayuda, y también, a Federico Moreno por sus palabras. Dijo que el primer reto a superar, a la hora de elaborar su libro, consistió en la eliminación de algunos personajes y pasajes que aparecen en las más de 400 páginas de la novela original, que a su juicio, lastraban el ritmo narrativo del tebeo en el que se había embarcado y que él no quería verlo convertido en una historia de bustos parlantes. Comentó también, que invirtió parte del sentido cronológico de la obra original para presentar algunos acontecimientos de tal forma que ofrecieran una lectura de conjunto más dinámica, tal como fue el caso de la conquista de Granada que en la novela aparece casi al final, y que en el cómic, pasa al principio por que en ese periodo se aborda la juventud de El Encubierto. Añadió que en la elaboración del tebeo, jugó con las luces y las sombras que son protagonistas en esta historia pues no hay que olvidar que en aquella época, las gentes se alumbraban con candiles, velas y antorchas. Otro de los protagonistas fue el color; los colores tienen valores dinámicos. Utilizó mucho los azules porque muchas cosas, en la obra, suceden entre las luces de la madrugada y el día. Como complemento al azul, utilizó el naranja que introduce la línea de movimiento. Aguilar se siente un cronista de la época por lo que en la primera página y otras, incorporó el pergamino para introducir información de aquel tiempo.
El personaje aparece poco por que entiende que éste es la esencia de lo que era el movimiento de la Germanía, paralelo –aunque menos conocido-, al de los Comuneros de Castilla. El autor incorporó todos los recursos que tuvo a mano para presentar sus historias, que empiezan con la toma de Granada por los Reyes Católicos, utilizando viñetas horizontales, y más tarde, cuando los personajes comienzan a hablar, usó otro tipo de viñetas. Fue muy importante documentarse sobre: vestimenta, arquitectura, armas, tipos y costumbres de la época etc. En el cómic nos encontramos con el desaparecido Palacio Real de Valencia en el que tenían lugar acontecimientos varios. Es frecuente el uso de onomatopeyas: tañido de campanas que se cuelan en otras viñetas, estampido de cañones, silbidos de flechas, alaridos de los alcanzados y otros sonidos. Ayudado por el color, el álbum presenta viñetas que hablan por si solas: escenas de la epidemia en donde vemos a la nobleza huyendo asustada; viñetas en las que aparecen el bueno y el malvado en color violeta saliéndose de ellas para que éste pueda verse mejor; otras, en las que nos encontramos el asalto al castillo de Corbera en donde se introduce la confusión y el movimiento, utilizando viñetas que pierden su marco y se amontonan; también aquellas en las que se rompen y se astillan sus bordes para reforzar la carga dramática; igualmente viñetas en las que se reflejan la impotencia, la indefensión y el desasosiego de los personajes; y esas otras en las que se ven los ejércitos de los agermanados a la hora de salir y dar la batalla; otra más en la que los soldados son representados de forma simbólica por muchas lucecitas…

José Aguilar acabó diciendo que no había querido contar una historia en tiempo real, que si refleja en cambio a donde se dirigió la revuelta de las Germanías que tuvo un final trágico en lucha desigual con tropas reales más poderosas, desenlace que procuró amortiguar dando paso a lo simbólico y dejar claro, que lo realmente importante de aquella contienda, fue “la muerte de un ideal y el de la lucha de todo un pueblo.

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